miércoles, 4 de abril de 2012

A mis mayores, a nuestros mayores...


Me he encontrado por internet este texto y ha resultado que "me viene al pelo" para de alguna manera ilustrar unos pensamientos que estado paseando durante los últimos días y que al fin puedo plasmar para que toda persona que quiera pueda leer. Primero dejo el texto:
Carta de una madre a su hija:
Mi querida hija, el día que me veas vieja, te pido por favor que tengas paciencia, pero sobre todo trata de entenderme. Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame por favor. Y recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida. Cuando no me quiera bañar, no me regañes y por favor no trates de avergonzarme, solamente recuerda las veces que yo tuve que perseguirte con miles de excusas para que te bañaras cuando eras niña. Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada. Recuerda mi querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y lidiar con la vida. El día que notes que me estoy volviendo vieja, por favor, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme. Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante. Solamente ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me escuches. Y cuando mis cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primero pasos. Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor. Y con gran cariño por el regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir juntas, te lo agradeceré. Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida hija.

Me emocionan las palabras que dan cuerpo a esta carta porque reflejan estupendamente la situación que yo iba a comentar y que me rondaba la cabeza; nuestros mayores, nuestras madres, nuestras abuelas y abuelos, nuestros tíos o tías o alguna vecina o vecino que tengamos, ellos se han ganado, se merecen, una gran consideración por nuestra parte además de nuestro cuidado y amor sin condiciones.
En algunas ocasiones cuando observamos que su cabeza ya no funciona a pleno rendimiento, que su memoria ya no es la que era o que sus palabras a menudo carecen de sentido, pensamos que ya no son conscientes de lo que los rodea, que no importa si les prestamos más o menos atención, pero no es así. Los mayores son como niños pequeños con experiencia, necesitados de cuidados, de palabras tiernas, de cariño, de atención...y por desgracia solemos olvidarlo; por determinadas circunstancias estoy presenciando la vejez de una persona y me doy cuenta del cariño que necesita, de la pena que le embarga cuando no que se merece se lo brindan, de las lágrimas que cubren sus ojos cuando ello sucede y de la tristeza que le provoca. No debería ser así, es totalmente injusto y se me encoge el alma cuando la veo sollozar porque ninguna persona mayor debería entristecer por esos motivos, la falta de cariño es una enfermedad cuya cura yace en nuestras manos, en nuestras palabras o incluso en nuestra sola presencia.
Erróneamente pensamos que no se da cuenta, pero no es así. Ahora que has leído esto espero que haya servido de algo y que al menos una persona mayor reciba la atención que se merece y se la considere como la pequeña niña o el pequeño niño que son, unos mimos, unas sonrisas y algo de atención y serán felices.
Un besito,
Ada